30ª Crónica: TRINIDAD. Entre humo y humedad.

¡Hola!

Gracias por tener paciencia y esperar 24 horas para la gran conexión. Una de las últimas que vamos a insertar, porque todos nos estáis recordando, cacho mam...es, que nuestro viaje se está acabando. Y eso que hemos tenido muchas tentaciones de prolongar nuestra estadía 1 ó 2 meses más, pero al final hemos decidido que no. Para suerte de nuestras madres.

Pues eso, que ahora, desde Santa Cruz hasta hoy, hemos vuelto a ser dos en compañía solitaria. Nuestros amigos germanos van por delante, después de un fracasado intento de navegar un río. No hay agua, hay sequía y todo es calorrrrrrr!!!! Quizás nos encontremos en San Borja, Departamento del Beni, a unos 200 km de Trinidad.

Los cambios que hemos vivido en esta etapa son enormes. Desde Santa Cruz donde abandonamos las tierras montañosas y frescas, nos hemos zambullido en los bosques secos chiquitanos, en los chacos salvajes, en las quemazones incontroladas de los campesinos que buscan cómo ganarse la vida con la poca plata que tienen, por las grandes haciendas de Misiones, por las Serranías, y lo más duro, el humo que todo lo envuelve y que no permite ver a más de 200 m. Estamos en la época seca y todo lo queman para ganar terreno al bosque o para deshacerse de los rastrojos. Una brutalidad que hace que el aire, ya de por sí cálido, se vuelva sofocante. En fin, aún así estamos disfrutando como siempre.

Acá va la crónica:

Estuvimos en la fea e impersonal ciudad se Santa Cruz hasta el día 6 de septiembre. Fue entonces cuando la abandonamos, a las 13:00 horas, subidos a un tren que nos condujo 400 km hacia el Este del país. El Tren del Oriente. Nos montamos en primera (no os penséis, había otra categoría para turistas, asientos especiales reclinables. Luego Segunda, con asientos populares) y el capullo del vendedor de pasajes nos metió los peores asientos de todo el vagón. En vez de viajar en dos asientos individuales nos pusieron frente a otros dos y en la última fila, donde no se puede tumbar la butaca. ¡Ah, no! Exclamó María. Y se fue pitando en busca de un revisor para pedirle que nos cambiara de sitio. Al final delante de todo el mundo y señalando a la gente le dijo: -¡¡Yo he pagado un asiento de 1ª para ir como este señor, como aquel, y como todos los de este vagón, así que ya estás moviendo el culo para encontrar 2 butacas individuales, y rapidito que el tren se pone en marcha!!- Dicho y hecho. Dos asientos, en otro vagón, cojonudos. Faltaría más!! El viaje estuvo genial. Sin contar las 12 horas de duración y el calor tremendo. Abrimos la ventana y flipamos con la invasión de vendedores de la Cooperativa de vendedores del primer pueblo donde paró el tren. Refrescos, pollo asado, yogurt, gelatina, golosinas, jugos, frutas, miles de cosas que iban cantando de vagón en vagón. Así estuvieron hasta el final. Increíble.
Llegamos a Roboré a la 1:00 de la madrugada y poco nos costó encontrar un alojamiento.

Día 7/9 (25 km) Salimos de Roboré temprano y aún así el calor nos sorprendió en las primeras pedaladas. Completamos el trayecto en pura subida hasta Santiago de Chiquitos y nos recibió un pueblo muy verde, con calles de tierra, árboles y casas de colores. La Misión jesuítica muy sencilla. Estaba cerrada. Preguntando nos indicaron la finca de Milton para montar la carpa. Nos lo encontramos en el camino a su casa y nos recibió con los brazos abiertos. Generosamente nos permitió acampar en un pasto cercano, a la sombra de dos grandes mangos, junto a un grifo y una ducha de agua. Inmejorable. A la noche saludamos a su mujer Kathryn y les compramos queso y yogures de su lechería.

Día 8/9 (0 km en bici, 65 en pick-up) Milton nos invitó a que le acompañáramos hasta el río Tucavacas, para visitar unos pastos que necesitaba para sus vacas y ver cómo iba el caudal del río. Nos subimos en su camioneta y la gozamos de lo lindo. Calor y viento en la cara. Mucho humo de los chaqueos y atravesada de la Serranía. Un placer. Vimos varios Tucanes volando encima nuestro.

Día 9/9 (0 km) Como el día anterior no nos dió tiempo a subir a los cerros, lo hicimos este día. Dejando las bicis en nuestra "finca" salimos pateando rumbo al Norte. Completamos todo el recorrido por la serranía bajo una fuerte chicharra y disfrutando con las torres de piedra y los grandes paredones. Mala roca para los escaladores (muy suelta). Además nos visitaron varias Parabas rojas (grandes loros de color rojo, verde y azul). A la noche estuvimos de charla con Milton, y Kathryn nos convidó a sopa de pescado y refrescos de piña.

Día 10/9 (70 km) Nos despedimos de nuestros anfitriones americanos, ya bolivianos y padres de 5 hijos rubios chiquitanos, intercambiando emails y recibiendo en regalo un trozo de queso, pan y bizcocho. Snif! Vimos la misión, muy sencilla y bajamos enchufados hasta Roboré. Otro día de muchísimo calor, 45º C a la sombra. Las pistas poco transitadas, arenosas y muy secas. En cada río una remojada de cabeza y las botellas de agua ardiendo. Beber de ellas se convirtió en un suplicio, pero había que hacerlo si no queríamos morir de sed. Al final del trayecto el camino estaba en obras por el futuro asfaltado y el tránsito de camiones hizo la marcha más dura con las nubes de polvo que provocaban. Llegamos de noche a Chochis, por fin. En el kiosco un refresco y charla habitual con los paisanos: -¿De dónde vienen?-, -¿paseando?-, -¿las bicis las traen desde España, y las venden antes de irse, qué cuestan?- Montamos la carpa gracias a Ñeco, encargado del único alojamiento del pueblo, en el jardín del mismo. No había signos de posible lluvia.

Día 11/9 (0 km) 3:00 am, Gorka se despierta y ve unos reflejos relampagueando por la lejanía. Cagando melodías ponemos el doble techo por encima y a sobar. 3:15 am, empiezan a caer las primeras gotas, psé! 3:30 am las gotas se hacen más seguidas y ya no son gotas, son gotones. 4:00 am la madre del cordero la que está cayendo. Bueno la carpa parece que aguanta. 4:40 am ¡¡¡leonciooooooo, hay goteraaaaaaaasssssss!!! Zafarrancho de recogida!!!! 4:50 am, ¡¡¡TENEMOS UN COLCHÓN DE AGUA BAJO LA CARPA!!! Estamos flotando, ¿qué es esto? ¡¡Todo está encharcado!! Salimos de la carpa y pusimos las cosas a secar en una terraza cubierta. El día lo pasamos secando y abrigados porque había refrescado un huevo (20ºC menos).

Día 12/9 (0 km) Intentamos coger el tren para ir a San José de Chiquitos pero nada, se había volcado uno de carga y el nuestro llevaba un retraso de 15 horas. Vale, la flota de buses, ¡¡uf, con lo que ha llovido no tiene horario, nadie sabe cuándo pasa!! Vale, nos vamos mañana en bici!! Visitamos el Santuario y la torre de Chochis. Volvimos a pedirle a Ñeco la llave de la habitación, las sábanas, ni las habían cambiado ¡qué morro!

Día 13/9 (102 km) Como unos campeones, nuestra distancia más larga. Pasamos Taperas y desde Ipias pedaleamos solitos por el cemento previo al asfalto. Todo medio llano y disfrutando de un paisaje de peñas rojas y árboles coloridos. Los de la obra dando consejos -Si alguien os pregunta, decirle que vais con más gente detrás y que os esperan delante, así no ven que vais solos!- ¡Vale! Ahora siempre decimos -¡Sí, nos esperan unos amigos allí delante!- Llegamos a San José de Chiquitos y no nos impresionó mucho su misión. Por fuera bonita, pero por dentro muy sosa. La vieja de la pensión ni se levantó de la hamaca para recibirnos. Una guarrada de baño, pero bueno habrá que habituarse porque por el trópico será algo muy común. Limpieza cero, telarañas y mosquitos, miles.

Día 14/9 (48 km en bici, 20 km en camión de veterinario) Salimos de San José rumbo al Norte, dirección a las principales misiones jesuíticas. El terreno llano y la intención, hacer dedo para ganar tiempo al calendario. A los 20 km nos paró un veterinario que iba a una colonia Menonita. Genial. A las puertas nos bajamos y alucinamos con los terrenos que tienen. Son como una secta religiosa, tipo Amish en EEUU, que no utilizan aparatos modernos, visten igual (tipo la casa de la pradera) y no tienen ni puñetera idea del mundo que les rodea, rozando la ignorancia (lo sientes cuando hablas con ellos, eso sí, son comunicativos), hablan en Alemán bajo (¿¿¿¡¡¡procede de Ucrania!!!???) y son todos más rubios que el copón, un parto.
Bueno, dejemos a los Menonitas tranquilos y volvamos a lo nuestro. Al poco de pedalear otros 28 km entramos en una estancia a pedir camping. El tipo muy simpático nos atendió de lujo (¡¡Esto es Bolivia, el paraíso!!) Incluso nos dío a probar un Tatú (armadillo) que estaba asando (como el pollo, carne blanca).

Día 15/9 (41 km en bici, 55 en camión) Más de lo mismo, pedaleo por el bosque seco y en lo alto de un puertecillo, ¡alto! a una furgoneta y pa arriba que nos quedan dos días y un huevo por recorrer. Hay que apurar. Nos dejaron en San Rafael donde visitamos la misión y compramos viandas. Salimos pedaleando hasta Santa Ana por un camino muy arenoso y con mucho calor (para variar). En el pueblo tuvimos la mejor recompensa de todas, una misión increíble, un comercio fresquito donde comer con cervecita helada y muchas conversaciones agradables. Con la tendera, con las señoras que lavaban la ropa en la represa, con los hijos del encargado de la misión (familia de Luis Rocha, qué descojono) y con Francisco Rocha, el menor, que atiende en la misión y toca el órgano del siglo XVIII, con mucha dedicación. Un placer acampar detrás de la iglesia, bajo un mango frondoso y después de darse un baño refrescante en el grifo, ahí al ladito.

Día 16/9 (51 km) Puro ripio hasta San Ignacio de Velasco y muchas risas por el camino, cosas nuestras, je, je. San Ignacio un pueblo lleno de vida, peña de muchos sitios, pero sobre todo brasileiros. Comimos en un comedor de ellos, recordando Teresinha, el sabor del Feijao preto y la farofa. Por cierto llevamos tiempo bebiendo guaraná!!!!! Un hostal muy abandonado y un pueblo con encanto. Y la gente que sigue mirándonos como las vacas al tren. Y hablando de vacas, son graciosísimas las que hay, tipo indias asiáticas.

Día 17/9 (0 km en bici, 176 km en movilidad) ¡¡¡Esto sí que es velocidad!!! Salimos de San Ignacio y en el retén (tranca, donde los 4 ruedas pagan peaje por usar los caminos) esperamos que pasara alguien hacia Concepción. Un rato de espera y una camioneta con verduras nos lleva hasta Santa Rosa, a medio camino. Mucho polvo y un poco de miedo porque el paspán conducía bastante mal, en fin, no iba a ser ese día. En Santa Rosa otra tranca (con policía salao) y al poco, llega un patrón ganadero con abuelos asturianos que encantado nos lleva en su pick-up. ¡¡Enchufados!! A toda pastilla y con mucho detalle y elegancia nos deja en el mismo centro de Concepción, a las puertas de la misión. Y ésta también es bonita, ¡caray! Un alojamiento cómodo, unos paseos y un rato de relax en un banco frente a la iglesia viendo a la gente pasar ¡una bomba! Por la noche el humo de los chaqueos se hizo tan denso que parecíamos envueltos en una gruesa niebla.

Día 18/9 (68 km) Puro asfalto hasta San Javier. De todas formas un tramo jodido, rompepiernas por el constante sube y baja del terreno. Un coñazo que unido al calor agobiante y al humo, se nos hizo muy pesado. Pero bueno, el paisaje estuvo genial, muy verde con rocas entre prados y enormes palmerales de Cusís y Totaís. Una piña para refrescarnos y a 6 km de San Javier, Gorka rompió dos radios traseros, de los malos, de los del piñón. En fin, a soltar, apretar los próximos y a soltar frenos para que el "ocho" no roce con las zapatas (una fuera). Lo gracioso, una pick-up con 5 alemanas y 3 guías bolivianos (ejem, ejem) que nos invitaron a dos cervezas (¡olé, olé!) y se ofrecieron a llevarnos hasta San Javier (¿¡¡dónde, si no queda sitio ni pa una mochila!!?). LLegamos solos y pedaleando. Rechazamos, para carpear, el terreno de un paisano que nos lo ofreció, por estar cerca de un karaoke y aceptamos muy gustosos y agradecidos el hotel "5 estrellas" que el padre Jesús nos ofreció en la misión. Un padre Franciscano, madrileño él, puro nervio, todo amabilidad, charlatán y dicharachero. Nos dijo: -Campo hay, pero si queréis, está esta habitación con baño privado y agua caliente-. Je, je, padre, nos quedamos la habitación. ¡¡Qué lujo!! Rezamos unos salmos y a dormir que en seguida dan maitines.

Día 19/9 (47 km) Volamos hasta San Ramón en un terreno también bastante ondulado. Más humo y reposo en el cruce de caminos que configura este pueblo. Puro hervidero comercial al borde de la carretera. Un hospedaje lamentable compartido por varias familias Menonitas. Uno de ellos se sentó con nosotros y estuvimos hablando un rato (éste llegó de Méxiko y Belize, y para el tiempo que lleva en Bolivia, 21 años, hablaba muy mal el castellano).

Día 20/9 (88 km) Día de puro pedaleo por asfalto. Rumbo al Norte hacia Trinidad. Salimos a las 7:30 y con el fresco matinal una gozada. Enseguida hicimos los 56 km que había hasta El Puente. Pero como era pronto, tomamos un refresco, comimos sobre unas rocas, bajo unos cusís y en compañía de 3 paisanas que se pusieron en frente y salimos pitando hasta Yotaú. Una agonía de 20 km finales, mucha cuesta y calor. En el pueblo intentamos, al igual que en San Javier, buscar al cura de la misión y pedir cobijo. Pero nada, ni había cura, la misión muy fea y el terreno sucio y abandonado, y lo más importante, no había ni gota de agua. Al final, un comerciante nos hizo rebaja en su alojamiento y a pasar la noche más calurosa del viaje.

Día 21/9 (41 km) De Yotaú más sube y baja hasta Ascensión de Guarayos. Pero lo más increíble fue que el humo de los chaqueos se había apoderado por completo del paisaje. Todo parecía fantasma. Los árboles, las palmeras, las comunidades por donde pasábamos. Ascensión surgió como un pueblo feo y muy deficientes servicios. El alojamiento, tétrico (los baños penosos) y las calles abarrotadas de motos, miles de moteros por todas partes. Lo mejor, el galpón de palmeras de la pensión, donde colgaban dos hamacas que usaba el gerente. Un tipo gordo, gordo que se sentaba en ellas con una gracia que nos moríamos de la risa.

Día 22/9 (24 km en bici, 225 en dos camiones) No es niebla, es humo. El sol no está de puesta en el poniente, está en lo alto pero tiene el mismo color ¡si no lo ves, no lo crees! A la salida de Ascensión nos montamos en un camión de tierra junto a un paisano brasileiro. Velocidad de crucero y la carretera totalmente llana, vamos al Norte y el relieve es así. A la mitad se subió el hermano brasileiro del anterior. César, un tipo majo, con el fusil a la espalda para defenderse del tigre (jaguar), que hay mucho por aquí y tiene hambre. Nos dejaron en Casarabe, a 51 km de Trinidad. Empezamos a pedalear y a los 24 km, nueva tranca, y los trabajadores del tendido eléctrico, más simpáticos que el copón, para arriba con las bicis en su camión. Llegamos charlando animádamente a Trinidad y aquí empezamos a alucinar con la mierda que hay por toda la ciudad. Canales de aguas estancadas, motos, polución, calor, humo, y los alojamientos horribles y carísimos, de coña. Unos precios que ni el más caro de Sucre y una limpieza que ni el más sucio del mundo, tipo Trainsppoting. Uno al azar (al menos tiene ventilador en la habitación) y a la calle a patear.

Día 23/9 hoy (0 km) Aquí estamos, actualizando la 30ª crónica para ustedes, en esta horrible ciudad que no tiene ningún encanto. Cambiamos pasta y bebemos refrescos como locos ¡qué manera de sudar! Mañana saldremos hacia el Oeste, hacia San Borja, en busca de nuestros amigos alemanos (Igel, Paola y Rambo) que están por allí y nos esperan para un nuevo reencuentro. Será genial!!

Bueno familia y amigos, queda poco, lo sabemos, pero no nos lo recordéis porque se hace muy duro pensar en ello.

Lobo, vete pensando en el espíritu Val Thorens porque habrá repetición, donde sea, ¿qué fechas estarás por Bilbao??
Teresinha, esperamos una cenita en Madrid, cuando los enanos estén dormidos, je, je. ¿Cuándo es el bautizo?
Amelia, ya nos veremos a la vuelta, donde sea.
Javi, ese nuevo vino llenará nuestras barrigas al regreso.
Eva y Oskar, las bicicletas Laotanas y Patagónicas pedalearán juntas algún día.
Maruxinha, Que sigan creciendo esas barrigas y que el pescado nunca se descongele en Burela.
Isa, prepara una habitación que antes que termine el año nos tienes por ahí dando guerra.
Fer, déjalo todo, pilla una bici y a viajar, es el mejor consejo que se puede dar hoy en día.
Mamá Curris, coge el teléfono que llamo ya! (23/9/2005)
Mamá Chelo, el día que hablamos contigo nos aliviaron un montón, un beso.

Y a los demás que les vaya bonito