7/31/2006

33ª Crónica y última: Cima secundaria del Cerro Charkini (5.392 m)

El 30 de octubre de 2005 emprendimos la subida a este sencillo cerro de la Cordillera Real y mirador privilegiado del Huayna Potosí (6.088 m). Para Gorka supondría uno más de su larga afición como montañero, pero para María, sería una nueva experiencia. La primera vez en calzarse unos crampones, manejar un piolet, enfundarse un arnés y encordada, lanzarse al bonito mundo de atravesar un glaciar agrietado, a más de 5.000 m. de altura.

Unos días antes teníamos previsto regresar a casa, pero las inclemencias del tiempo se aliaron con nosotros y castigaron a Miami con un nuevo huracán, el Vilma. Eso hizo que la compañía American Airlines nos aplazara el viaje 5 días. No supuso ningún problema, y eso que no se hicieron cargo de ningún gasto. A parte de seguir disfrutando de La Paz, decidimos probar una nueva aventura. Sergio Galarza nos habló de su amigo Genaro Yupanqui, guía internacional de montaña y uno de los pioneros en la Cordillera Real. Nos dirigimos a su agencia y en su lugar estaba Norberto, guía también, dispuesto a aconsejarnos el Charkini, después de escuchar nuestras intenciones y experiencia.


El 30 de madrugada nos recogieron en la puerta del hostal. Antes de salir de La Paz, fuimos a casa de Genaro a por material.

El recorrido de La Paz hasta la base del monte es increíble, muy recomendable. La salida de la ciudad es como siempre impactante y el altiplano en El Alto se adueña de todas tus sensaciones. No hay palabras.


La carretera recorre las tierras altas y no da opción a la ceguera por las vistas del Huayna Potosí.

Un paso de control y bajamos a los embalses y las minas abandonadas. Los cementerios permanecen como testimonios de la dureza de aquellos quehaceres. Todo ello por un paisaje duro e implacable, pero emocionante por la visión, en todo momento, del Huayna.

La parada en el punto de partida y el taxista se despidió de nosotros hasta la tarde, que vendría a recogernos. Con el material en las mochilas empezamos un sendero suave pero muy delicado por las paredes verticales que cruzamos.

Transita paralelo a un canal de agua excavado en la roca y colgado en medio de la pared. Si se produjera una caída, no habría nada que hacer, 50 metros de vuelo hasta el suelo no dan muchas oportunidades. Para impresionarnos más, Norberto nos comentó que la barandilla metálica que estaba puesta en el peor sitio, la colocaron a raíz de que una turista israelí se despeñara en ese lugar. Ups! nada de mirar hacia abajo, con las manos apoyada en la pared y la mirada fija unos metros más adelante.


Pasado este tramo el camino se hizo llano, y la cautela dio paso a la tranquilidad. Llegados a un punto abandonamos el canal para emprender la directa hasta la base del glaciar. Aquí el Huayna, a pesar de la última foto con María, dejó de ser protagonista por culpa de la niebla y nos concentramos en el glaciar que poco a poco se aproximaba. La subida fue suave pero intensa y la altitud todavía no hizo efecto, estábamos aclimatados.

La laguna y una bajadita al glaciar. Norberto nos ofreció un pequeño tentenpié para empezar bien la última parte.


Puesta del material y encordados a Norberto que abría el camino, pisamos el hielo. Andar en un glaciar es sencillo, los crampones dan una seguridad tremenda y nosotros nos amoldamos bien. La altura no la notamos, pero tampoco íbamos muy rápido.
Avanzamos hasta las primeras grietas y más adelante una pequeña arista que giraba hacia la izquierda. Según íbamos subiendo nos fijamos que a la derecha subían unas grandes laderas ocultas por la niebla, nosotros íbamos hacia la izquierda donde se intuía la cima.

Sin preguntarle nada pero con la duda, le seguimos hasta un corredor de unos 15 metros que escalaba entre las rocas y salía a otra arista mixta, de nieve y rocas.
50 metros más adelante nos dijo que la cima estaba allá arriba (150 m. más hacia la niebla). María se dio por satisfecha y se quedó con Norberto mientras Gorka, más curioso que ambicioso, emprendió la subida hasta el montón de piedras que coronaban. Bueno, ellos nos dirán que hemos subido el Ckarkini, pero nosotros sabíamos que no era más que una Cima Secundaria. No importaba, lo disfrutamos y pasamos bien. Nos hicimos la foto como si hubiéramos subido la principal, ¡qué carajo! estábamos seguros que andábamos cerca de los 5.100 m.


Para no crear un ambiente raro seguimos sin comentarle nada a Norberto, que nos felicitó por nuestro buen rendimiento.


La bajada la hicimos por el mismo sitio, pero en la bifurcación atajamos por el centro del valle, puerto abajo, donde quedamos con el taxista. Una bonita experiencia que mereció la pena hacerla.